“La globalización económica es una tendencia irreversible de la historia”, aseguró el presidente Xi Jinping, en su discurso de inauguración de la primera Expo Internacional de Importaciones de China (CIIE), en la ciudad portuaria de Shanghái.

“El sistema multilateral debe ser defendido”, recalcó ante los jefes de Estado de Panamá, República Dominicana y El Salvador, y los máximos dirigentes de instituciones financieras internacionales (FMI, OMC, Banco Mundial).

“Vamos en serio con la apertura del mercado chino”, prometió también Xi ante ministros y delegaciones empresariales de Chile, Perú, Argentina, Uruguay, Ecuador y Costa Rica. 

Las actuales “reformas estructurales” chinas buscan pasar de “un modelo basado en las exportaciones a uno basado en el consumo interno”, insistió ante representantes de más de 3.000 empresas de 130 países. ¿Qué significa esto para América Latina?

La condición

“El comercio es y debe siempre ser visto como una oportunidad de beneficio mutuo”, respondió a Xi en Shanghái, en nombre de América Latina y el Caribe, con la “puerta abierta” y la “mano tendida”, el presidente dominicano Danilo Medina. 

Su país rompió relaciones con Taiwán en mayo, una condición política indispensable hasta hoy para reforzarlas con China.

El déficit comercial

La proporción del déficit comercial de América Latina y el Caribe con China depende de si se analiza con estadísticas chinas o latinoamericanas, advierte a DW Ignacio Bartesaghi, de la Red China & América Latina: Enfoques Multidisciplinarios (REDCAEM).

En 2017, China informó que importó 127 mil millones de dólares de la región, y exportó 130 mil millones. Latinoamérica, sin embargo, reportó exportaciones por 102 mil millones e importaciones por 180 mil millones. ¿Por qué? “China computa las exportaciones de zonas francas”, explica Bartesaghi.

Además, hay diferencias subregionales: “El déficit comercial de la región con China está focalizado en México”, explica el también decano de la Facultad de Ciencias Empresariales de la Universidad Católica del Uruguay. 

Según cifras de la Secretaría de Economía mexicana, el déficit comercial de México con China alcanzó casi los 70 mil millones de dólares en 2017. Por cada dólar que México exporta a China, importa unos 11, calcula la revista mexicana de negocios Expansión. Suramérica, en cambio “tiene una relación comercial más equilibrada”, compara Bartesaghi.

Las diferencias subregionales

El patrón comercial entre la región y China es mayormente complementario: Latinoamérica importa productos industriales con contenido tecnológico medio o elevado (aparatos eléctricos, máquinas, partes de productos, circuitos integrados, automóviles, transformadores) y exporta fundamentalmente productos agrícolas y agroindustriales (soja, combustibles, minerales de cobre o hierro, pasta de celulosa, carnes).

Sin embargo, “la relación de México con China es totalmente distinta. Hay mucho menos comercio complementario y mucho más competitivo. La relación comercial de México con Estados Unidos a través del NAFTA hace que el patrón comercial de México sea más sofisticado, que exporte máquinas, autos, lo mismo que está exportando China. 

"Aunque es cierto que muchas partes de productos que México produce son chinas. Y esto es parte de lo que ha atacado el presidente estadounidense, Donald Trump, con la renegociación del NAFTA”, aclara el analista uruguayo.

Ahora que México renegoció el NAFTA, China queda relegada como su “gran plan B”. Además, con la victoria de Jair Bolsonaro en Brasil -y según el perfil que ha mostrado este político-, es posible que también el gigante sudamericano adopte medidas proteccionistas que no tengan a China en el foco de atención, prevé Bartesaghi.

Las oportunidades

América Latina no representa un gran mercado para China, como sí lo son Estados Unidos, Europa o la propia Asia; sino un proveedor estratégico de recursos naturales y alimentos, como África. 

Mientras, China ha sofisticado su estructura exportadora: de la venta de productos más livianos como vestimenta y calzados, ha pasado a exportar cada vez más productos electrónicos, maquinarias, instrumentos médicos, coches.

“China es ya el principal productor (no exportador) de vehículos del mundo. Y la penetración de este sector en la región, en Chile, Uruguay, Argentina y Brasil, es fuerte, con grandes empresas de automóviles instaladas, armando autos, importando. China está compitiendo con la Unión Europea (UE), Estados Unidos y clásicos exportadores de tecnología como Japón y Corea”, asegura el experto de REDCAEM.

Esta es “una excelente oportunidad para América Latina, porque ya China no entra en competencia con nosotros en industrias livianas que tenemos en la región, sino que abre el abanico de oportunidades comerciales, nos da más opciones en productos para los que antes dependíamos de las potencias centrales, nos da posibilidad de cooperar e invertir”, agrega. Además, se ha transformado en el principal financiador de América Latina en los últimos años.

En el caso de los alimentos procesados, “con las dificultades históricas que tiene para América Latina la exportación a las economías clásicas”, mientras el MERCOSUR sigue sin conseguir un acuerdo con Europa, Estados Unidos, Japón o Corea, el mercado chino es una oportunidad “que deberíamos aprovechar mucho más”, recomienda este economista.

El desafío

En opinión de Barthesagi, el desafío de América Latina está en conseguir exportar a China no solo productos primarios. Para eso, deberá aumentar progresivamente la sofisticación de la cadena agroindustrial. 

Asimismo, identificar oportunidades en los cambios de patrones de consumo chinos. Y colocar allí productos agroindustriales, alimentos y servicios con más valor agregado (no solo de turismo, también recreativos, de software, de ingeniería, de arquitectura, audiovisuales), así como detectar potencialidades para inversiones estratégicas concretas, asociaciones empresariales y cooperación en diferentes áreas.

China, por su parte, debe seguir asumiendo, progresivamente, “la necesidad de cumplir las reglas multilaterales” del libre mercado, en relación con “la apertura de su mercado a ciertas inversiones, las telecomunicaciones, los apoyos a las empresas públicas chinas que se internacionalizan, su moneda y su estrategia de internacionalización del renmimbi (RMB) o yuán, la propiedad intelectual, temas medioambientales o de normas laborales”, advierte el experto.

Pero esta China más internacionalizada, "que ya no quiere ser Made in China sino Made by China", está atendiendo esos asuntos, mientras se ha convertido ya en el primer o segundo socio comercial de prácticamente todos los países de la región, insiste Bartesaghi. 

Y, aunque no avizora una estrategia regional, multilateral, luego del fracaso del grupo CELAC-China, sí identifica una estrategia alternativa clara: con Panamá, Colombia, Uruguay, quizás con Argentina, “China va a seguir optando por acercarse a la región de forma bilateral”.

(CP)

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