Hablando en términos estrictamente futbolísticos, Franz Beckenbauer es el jugador más importante en toda la historia del balompié germano. Figuras de su época, como Gerd Müller, implantaron récords que duran décadas, y otras como Paul Breitner, también campeón del mundo en 1974, lograron trascender la Bundesliga al jugar en clubes como el Real Madrid.

Pero fue Beckenbauer, y solo él, quien inventó para sí mismo y para el fútbol universal lo que sería su gran legado: la función de líbero, el férreo defensa que cometía el atrevimiento (en aquel entonces) de abandonar la zona defensiva para construir ataques rompiendo las líneas del equipo contrario.

Beckenbauer y su México "mi amor"

Además de estas, algunas de las páginas más especiales en la biografía de Franz Beckenbauer tienen sabor a tierras latinoamericanas. Beckenbauer jugó el Mundial de 1966 en Inglaterra, pero fue en México 1970 cuando se convirtió en gran celebridad al ser figura en el llamado "partido del siglo". Dio la vuelta al mundo la imagen del jugador alemán que abandonó la cancha con el hombro dislocado y el brazo pegado al pecho, cerca de un corazón deportivamente decepcionado. Pese al sacrificio de su jugador líder, Alemania había perdido contra la selección italiana, que pasaría a la final.

La relación del "Káiser" con México se profundizaría en 1986, al regresar con la selección alemana, pero esta vez como entrenador del conjunto germano. En ese torneo, la selección de fútbol de Alemania llegó hasta la misma final, pero un ángel diabólico llamado Diego Armando Maradona dejó a los alemanes en la puerta de la gloria y se llevó a Argentina la Copa del Mundo.

De todos modos, Beckenbauer, que en sus tiempos mozos ya se había estrenado -sin mucha suerte- como cantante en Alemania, se desgañitó en el marco de ese mundial cantando con el resto de la selección unas coplas desentonadas de un género musical ínfimo, con la canción "Mexico mi amor".

Beckenbauer y el reencuentro con Maradona

Beckenbauer y Maradona, técnico y jugador, volvieron a encontrarse cuatro años más tarde en la Copa del Mundo de Italia. Y en la final de dicho torneo, le tocó ganar al persistente entrenador germano en un cardíaco partido que se decidió en el minuto 85, al marcar Andreas Brehme el penal que acabó con el reinado argentino y marcó la tercera estrella en la camiseta del seleccionado germano.

Aquellas finales, incluida la infernal polémica en 1990 por el fallo del árbitro mexicano-uruguayo Edgardo Codesal, al marcar el tiro de castigo definitivo, forjaron una rivalidad de leyenda que continúa hasta nuestros días, pasando por la otra final favorable a Alemania, la de Brasil 2014.

La furia y la decepción no desmerecieron el respeto que los alemanes comandados por Beckenbauer se ganaron con su espíritu de lucha, y sus ganas de enmendar lo sucedido en el Estadio Azteca en 1986.

Episodios como estos son numerosos en la historia que terminó este 7 de enero de 2024, con el fallecimiento del primer líbero de la historia. Franz Beckenbauer fue cuestionado en otros aspectos de su vida: como cantante, como organizador del Mundial de Alemania 2006 y como presunto usuario de métodos prohibidos para mejorar su rendimiento en la cancha. Pero en tierras latinoamericanas, o en la rivalidad con gigantes de la región, Franz Beckenbauer encarnó los valores clásicos del fútbol alemán, que hoy parecen en desuso: la pelea hasta lo último, el espíritu de lucha, y la voluntad de revertir hasta la máxima e inevitable derrota.

(rml)