Como si esto fuera el Día de la Marmota, nuevamente este lunes 20 de enero se repitió lo que semanas atrás había causado tanto impacto. En el discurso de su investidura como presidente de Estados Unidos, Donald Trump insistió en que el Canal de Panamá estaba controlado por China y volvió a indicar que su país “lo va a recuperar”. Acto seguido, el presidente de Panamá, José Raúl Mulino, respondió que “el canal es y seguirá siendo de Panamá”.
Para añadir algún elemento novedoso, Trump agregó que, en la construcción del canal, murieron 38.000 personas (algo que la historia parece desmentir, pues la cifra oficial es de 5.611 decesos por accidentes y enfermedades), y que los barcos estadounidenses pagan “gravemente de más” por cruzar el paso interoceánico, algo que la realidad tampoco parece confirmar.
Como sea, esta nueva ofensiva de Trump contra un país aliado no ha dejado de llamar la atención. El analista político panameño Edwin Cabrera dice a DW que en su país la sensación es de sorpresa, porque “nadie entiende cuál es el propósito de Trump cuando hay una historia en cuanto a un modelo de relaciones entre Panamá y Estados Unidos”. En su opinión, “iniciar una administración tensando esas relaciones” no parece la mejor de las ideas.
China está en todas partes
Cuando Trump habla de “recuperar”, el escenario queda muy abierto. En sus anteriores declaraciones, cuando aún era presidente electo, el mandatario estadounidense incluso dijo no ser capaz de descartar una acción militar.
“Es muy difícil decir lo que puede pasar, pero sí es posible esperar que un país democrático tenga las salvaguardas necesarias para que se respeten los principios de la democracia, el Estado de derecho, las relaciones diplomáticas y la seguridad internacional”, dice a DW la consultora panameña Yadira Gratacós.
¿Y si el verdadero objetivo de Trump es atacar a China? “Bueno, en su discurso arremete contra Panamá, pero no habla de China ni tampoco de Rusia”, apunta Cabrera. “Todos los panameños hemos escuchado que Trump ha creado un escenario sobre la base de mentiras, porque es mentira que murieron 38 mil estadounidenses en la construcción del canal, es mentira que están los chinos. Si hubiera chinos, los primeros en enterarnos seríamos nosotros”, añade el especialista.
Además, dice Cabrera, “Trump se enfrenta por el canal y Xi Jinping acaba de inaugurar un megapuerto en Perú y China está presente en prácticamente toda Latinoamérica. Si es tan malo tener relaciones con China, ¿por qué Estados Unidos las tiene?”.
Gratacós, por su parte, concede que es posible que Trump “ataque a Panamá como un peón para llegar a China, pero al final sigue atacando a este país”. Y la soberanía, agrega la analista, es una causa muy querida por los panameños.
“Tenemos totalmente claro lo que ha significado la lucha por la soberanía que se ha tenido por décadas, es un tema país”. Tanto ella como Cabrera coinciden en que las declaraciones del mandatario estadounidense han despertado un sentimiento patrio en Panamá, que se ve reflejado en la respuesta serena, pero firme, que ha dado Mulino a cada una de las invectivas de su colega norteamericano.
Nada que negociar
“Hay que decir que las respuestas del presidente Mulino han sido muy equilibradas, muy ecuánimes y eso da un nivel de tranquilidad. No ha sido visceral”, dice Cabrera. “Ha sido una postura firme, pero moderada; todo parece indicar que está buscando evitar confrontaciones”, añade Gratacós. Ambos también están de acuerdo en que aquello de que Trump está presionando para luego negociar es un escenario que no tiene mucho sentido para los panameños.
“Algunos dicen que habrá que sentarse a negociar, ¿pero qué cosa? Ni el actual Gobierno del presidente Mulino ni los que vengan van a negociar, acá no hay nada que discutir”, dice Cabrera. “Si hay algo claro es que él está tratando de llevar a Panamá a una mesa en una situación de debilidad o con una presión muy fuerte”, agrega.
Y no solo en Panamá se desatan reacciones. El 4 de enero, 26 excancilleres de toda América Latina firmaron una carta expresando su respaldo a la declaración del Gobierno de Panamá respecto a su soberanía no negociable sobre el canal. “No nos sorprende la reacción que se está dando en Latinoamérica e incluso en buena parte del mundo occidental”, dice Cabrera, que advierte que Trump no solo ha conseguido levantar un ánimo nacionalista, sino que también podría lograr “un realineamiento latinoamericano con este y otros temas que están por venir, como por ejemplo el de la migración”.