Hace 31 años, en un tejado de Medellín no solo cayó el hombre más buscado de todo el mundo en aquel entonces. Con Pablo Escobar cayó por completo el Cartel de Medellín y a su vez se transformó para siempre la manera en que opera el negocio del narcotráfico.
Desde 1993 hasta hoy, figuras muy pesadas del tráfico internacional de drogas han sido detenidas o han muerto enfrentado a la policía o sus enemigos, pero el negocio está más fuerte que nunca.
Fernando Ramírez, director del Instituto Costarricense sobre Drogas, conversó con Teletica.com por qué la caída de un líder no implica la caída de su negocio criminal y cómo cambió la estrategia de las autoridades para perseguir la producción, distribución y venta de drogas.
¿Todavía existen los cárteles o ya son estructuras más complejas?
El concepto de cartel se entendía históricamente para una organización en donde había un líder criminal que mantenía el dominio sobre todos los integrantes y los diferentes estratos que conformaban esa organización criminal.
Con el transcurso del tiempo se ha logrado determinar que a pesar de que se logre detener a los líderes y estos sean encarcelados en lugar de debilitar la estructura criminal esta logra mantener su actividad delictiva e inclusive diversificar las acciones.
Y esto pasa, precisamente, porque están bien definidas las líneas de mando y saben de qué manera es que deben actuar ante la ausencia de uno de sus miembros. De inmediato hay alguien esperando por tomar el poder.
El cártel era “autónomo”, es decir, solo los miembros de este se involucraban en el proceso, ¿eso también cambió?
Las organizaciones criminales ya no solo se ocupan de desarrollar todas las acciones necesarias para lograr el trasiego de drogas, sino que ahora se reparten las tareas en diferentes grupos criminales.
Entonces tenemos a los encargados de la producción o del cultivo de la coca, por ejemplo, tenemos otros, quienes se encargan del transporte de esa coca hacia los laboratorios, otros que se encargan de producir lo que es ya el clorhidrato de cocaína o la pasta y así hasta llegar a los que hacen el tráfico internacional del producto terminado.
Según su explicación, la realidad es que estamos ante estructuras transnacionales, ya los países no importan tanto. ¿Es así?
Correcto. Son estructuras que ya no tienen una frontera. Hoy en día la comunicación es mucho más fluida y entonces es posible que un líder criminal, por ejemplo, asentado en Ecuador o asentado en Colombia pueda realizar las comunicaciones respectivas con otras organizaciones criminales costarricenses para que estas brinden el apoyo logístico para continuar con la actividad delictiva que está planteando.
¿Qué rol juega Costa Rica en ese comercio sin fronteras?
Les ayudan a lo que se conoce como el “refuleo”, que es suministrarles combustible a las embarcaciones cuando van pasando por Costa Rica. También le suministran el apoyo logístico en cuanto a lo que es el almacenamiento de la droga e incluso les dan el servicio de transporte dentro del territorio nacional para traer la droga desde la costa Pacífica.
¿Todavía es posible identificar estructuras criminales concretas que lideran el mercado o se han vuelto grupos sin identidad?
Hay algunos grupos criminales de grandes dimensiones que se encuentran asentados, por ejemplo, en México. Como el cartel de Sinaloa o el cartel de Jalisco Nueva Generación. En el sur de América, en Ecuador, están a los Choneros y Los Lobos, tenemos en Venezuela al Tren de Aragua, por citar algunos.
Entonces, si las estructuras siguen teniendo identidad, pero no fronteras y el detener a su líder no las hace caer, ¿cuál es la estrategia policial para atacarlas?
Principalmente en un elemento: quitarle los recursos. Por eso se ha insistido en no solo lograr las detenciones de los integrantes de las organizaciones, sino el atacar sus capitales.
¿Por qué?, porque si usted lo deja sin el dinero suficiente para que puedan seguir operando, la organización criminal se ve limitada para poder levantarse y resurgir a raíz de las detenciones que se han venido desarrollando.
Entonces, la estrategia debe realizarse en ambos sentidos: no solamente la persecución en carácter penal para lograr la detención de esta persona, sino también la persecución patrimonial de la organización criminal.
Hay varias figuras del narco que han ganado protagonismo e incluso las idealizan, ¿eso dificulta más la tarea?
Aquí tenemos un gran reto como sociedad y es precisamente evitar que estas personas sean idealizadas, que sean endiosados.
Se les ha vendido a los jóvenes que el narco es una forma de salir adelante. Pero se le oculta los caminos finales: la cárcel o la muerte y los jóvenes deben tenerlo claro.
Tenemos que evitar que los jóvenes tengan acceso a este tipo de documentales, novelas o series que les venden una realidad que no es nada similar a lo que vivirían realmente. Las consecuencias son dolorosísimas para la familia.
¿Han logrado determinar si en nuestro país los jóvenes viven ese “endiosamiento” del narco?
Hemos hecho talleres e investigaciones con las personas más jóvenes. Hace poco hicimos un estudio con FLACSO y nos daba resultados tan dolorosos.
Los niños tenían conocimiento de quienes eran los líderes criminales de su comunidad, sabían el tipo de vehículos en el que viajaban, los lugares que podían o frecuentar porque estaban esos líderes
Son resultados dolorosos porque nos demuestra que este mal está ligado a la realidad que viven muchos jóvenes en Costa Rica.