En las exuberantes selvas de Costa Rica, reside un pueblo indígena cuya historia se entrelaza con la naturaleza misma que los rodea: los cabécares. Con una herencia ancestral que se remonta a los primeros siglos de la era común, estos guardianes de la selva han mantenido vivas sus tradiciones y su conexión con la tierra a lo largo del tiempo.
Los cabécares son uno de los grupos indígenas más antiguos de Costa Rica, con raíces que se remontan al menos al siglo VIII de nuestra era. Se cree que migraron desde la región amazónica hacia el territorio que hoy ocupa Costa Rica, estableciendo sus comunidades en las tierras altas y las profundidades de las selvas tropicales.
Su nombre, “cabécar”, deriva de la palabra indígena “kabek”, que significa “pueblo de las montañas”. Esto refleja su arraigo en las regiones montañosas y boscosas del país, donde han mantenido una estrecha relación con la biodiversidad y los recursos naturales que les rodean.
En la cosmovisión cabécar, su religión está marcada por un profundo respeto por los espíritus de la naturaleza y por los seres que habitan en ella.
Los cabécares creen en la existencia de espíritus protectores de los animales, los ríos, los árboles y las montañas, a los que llaman “sakab” o “baki”. Estos espíritus son considerados guardianes de la armonía y el equilibrio en el mundo natural, y se les rinde tributo a través de ceremonias y rituales tradicionales.
Los cabécares comparten territorio con otro grupo indígena de Costa Rica, los bribris. Ambos pueblos comparten una historia y una cultura enraizadas en la selva tropical, y aunque tienen sus propias tradiciones y lenguas distintas, a menudo interactúan y cooperan en asuntos de interés común, como la conservación de la biodiversidad y la defensa de sus derechos territoriales.
A lo largo de los siglos, los cabécares han enfrentado numerosos desafíos, desde la colonización española en el siglo XVI hasta la presión de la modernidad y el desarrollo en los siglos posteriores. La deforestación, la explotación de recursos naturales y la pérdida de tierras ancestrales son amenazas constantes para su forma de vida y su identidad cultural.
Sin embargo, a pesar de estos desafíos, los cabécares continúan resistiendo y defendiendo su territorio, su cultura y su legado ancestral. Estos guardianes de la selva siguen siendo un ejemplo de resistencia y resiliencia en un mundo en constante cambio.