Unas veces el camino a ganar una Copa del Mundo es como una autopista, otras veces es cuesta arriba y algunas, con cierta polémica. En Uruguay 1930, la selección anfitriona recibió una “ayudita” de quien menos esperaban para llegar a la final del torneo.
El domingo 27 de julio, durante la semifinal ante Yugoslavia, los uruguayos anotaron uno de los goles más insólitos en la historia de los Mundiales, y la polémica que desató hizo que sus rivales no jugarán más en el certamen.
Los duelos por el boleto a la final fueron decididos mediante un sorteo y, a diferencia del juego Argentina-Estados Unidos (que se resolvió un día antes con una cómoda victoria albiceleste de 6-1), el choque entre yugoslavos y uruguayos era la semifinal más pareja del torneo.
Ambas selecciones llegaron invictas a un estadio Centenario realmente abarrotado. El informe de FIFA habla de 79.867 espectadores, las crónicas de la época mencionan 90 mil.
Los europeos abrieron el marcador tras un contragolpe apenas a los 4 minutos de juego, por intermedio de Djordje Vujadinovic. Para la dicha de la afición local, La Celeste le dio vuelta a los números en apenas un cuarto de hora, gracias a las anotaciones de Pedro Cea (18’) y Juan Anselmo (20’).
Era un partido parejo, hasta que al minuto 31 llegó la acción que marcaría la historia de ambas selecciones en el torneo. Desde un costado del campo salió un centro que parecía perderse fuera de la cancha, pero rebotó en un policía que estaba cerca de la línea de cal y continuó en juego sin que el árbitro central, el árbitro brasileño Gilberto de Almeida Rego, ni sus guardalíneas se dieran cuenta.
El balón llegó hasta los pies de Lorenzo Fernández, que asistió a Anselmo y este fusiló al arquero con su segundo gol de la tarde y el 3-1 en el marcador.
Los balcánicos protestaron a más no poder la nueva anotación uruguaya, pero el silbatero no echó marcha atrás. Después aceptaría que ni él ni sus colegas en la cancha pudieron ver la línea con claridad, dada la gran cantidad de fotógrafos y oficiales en el borde del terreno.
Para aumentar el enojo de los balcánicos, poco antes del descanso, el árbitro les anuló el segundo gol por una supuesta posición prohibida que trajo de vuelta las protestas.
En la segunda parte, Uruguay aumentó la ventaja con dos nuevos goles de Cea y uno de Santos Iriarte, igualando el 6-1 de la otra semifinal, algo que no se volvió a repetir en la Copa del Mundo.
El resultado, la molestia con las decisiones arbitrales y la lesión de algunas de sus figuras hizo que los balcánicos se negaran a jugar el partido por el tercer lugar ante Estados Unidos, en lo que fue la única vez en las historias de los Mundiales que un juego se cancela por no presentación de una de las selecciones.