El accidente aéreo ocurrido en los cerros de Escazú, este lunes, ha dejado una profunda tristeza en el sector turístico del país.
Los cuatro pasajeros de la avioneta, todos colegas del sector, se tomaron una fotografía antes de despegar, inmortalizando un momento que ahora cobra un significado especial.
En total, seis personas viajaban en la aeronave: cuatro pasajeros y dos tripulantes, el piloto y la copiloto, quienes también fallecieron en el trágico suceso; pero, oficialmente, el manifiesto del vuelo indica que la tripulación estaba compuesta solo por el capitán, de apellido Miranda (repase la información completa en el video adjunto de Telenoticias).
Mario Miranda Ramírez, de 40 años, era el piloto de la avioneta. Curiosamente, su padre, Cleto Miranda Luna, también perdió la vida a los 40 años en un accidente aéreo en el año 2000.
Antes del accidente, Miranda compartió en Instagram dos videos: uno de un aterrizaje en una pista costera bajo la lluvia, y otro volando entre las nubes. Estos clips podrían corresponder al vuelo que realizaron esa mañana hacia Tortuguero.
Ruth Mora Chavarría, de 26 años, era la más joven a bordo. Obtuvo su licencia de piloto privado en octubre de 2020. La Banda CEDES Don Bosco expresó su pesar por el fallecimiento, recordándola como una talentosa clarinetista. “Formó parte de esta gran familia musical, dejando huella con su talento, dedicación y espíritu”, escribieron.
Gabriela Calleja Montealegre: una vida dedicada al turismo
Gabriela Calleja Montealegre, de 64 años, era la mayor del grupo. Fue directora de la Fundación “Horizontes Nature Tours”, una agencia de turismo que se especializa en ofrecer paquetes para extranjeros.
Su hijo, Andrés Meneses, también es piloto. En redes sociales, amigos y familiares la describieron como una “gran madre, hermana y amiga”.
Jean Franco Segura Prendas, de 28 años, era colaborador de la agencia “Horizontes Nature Tours” desde hacía algunos meses. El joven se graduó en 2021 de la carrera de Turismo Ecológico en la Universidad de Costa Rica, demostrando su compromiso con la sostenibilidad y el turismo.
Enrique Castillo Incera, de 56 años, también formaba parte del sector turístico. Era vicepresidente de un hotel en Tortuguero y padre de dos hijos. En sus redes sociales, se le veía como un amante del ciclismo de montaña, una actividad que disfrutaba en sus ratos libres.
El grupo regresaba de realizar inspecciones en hoteles en el pueblo de Tortuguero, cuando la tragedia ocurrió. Sus vidas y su pasión por el turismo quedan como legado en el sector que tanto amaron.