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La vez pasada hablábamos de la cascada de acontecimientos que quebraron nuestra inocencia y nos condujeron, en un lapso de 50 años, a una sociedad plena de insaciables ambiciones que ningún capital es capaz de llenar, y a la subsecuente criminalidad que se nutre del deseo de dinero fácil.

Aunque queramos, los ticos no tenemos la patente de semejante embrollo. La televisión nos ha permitido saber que éste es un fenómeno mundial.

Lo que sí podríamos pretender es ensayar algún tipo de solución a la tica, de esas que a nosotros nos han funcionado en otros temas.

Lo bueno es que la ciencia nos puede ayudar con algunos secretos.

Hace poco más de 300 años, el físico inglés Isaac Newton nos convenció de que el universo entero, que nos incluye, es una máquina que sigue las reglas de la mecánica. Pero hace menos de 40 años, el físico-químico ruso nacionalizado belga Ilya Prigogine, ganó el premio nobel de química al demostrar que los organismos vivos, incluyendo a las sociedades humanas, no siguen las reglas de esa mecánica precisamente porque están vivos y esto les da la capacidad de autorregenerarse.

Esto quiere decir que la naturaleza nos ha dotado de un poder extraordinario: no importa lo profundo que hayamos caído, podemos salir.

Esto es tan importante, tan maravilloso, tan salvador, que necesita que le dediquemos más tiempo.

Creo que la mayoría de los ticos, tal vez la mayoría de los habitantes del planeta tierra, quisiéramos salir del atolladero en que estamos.

Sigamos conversando de esto el próximo sábado, porque ¡Costa Rica necesita una fuerte, consistente y sostenida labor de reconstrucción!

Como ciudadanos, ¡podemos reconstruir a Costa Rica!