Última Hora

En un día soleado en Longo Mai en Buenos Aires de Puntarenas, se escuchan pájaros, chicharras, el cauce del río y las copas de los árboles moviéndose al son del viento. No muy lejos de allí, la música interviene con tambores, cánticos y guitarras, se trata de Casa Madremonte, hogar no solo de la artista Guadalupe Urbina, sino de quien quiera compartir saberes, generar redes de apoyo comunitario y donde el turismo rural se vive muy de cerca. 

Se tiene registro de diez en Europa y solo uno asentamiento de este tipo en Costa Rica, y desde sus bases fue concebido como Longo Mai que significa “Larga vida” en idioma provenzal. 

Otros, lo describen como "un paraíso natural". Por este motivo, Teletica.com conversó  con la cantautora con el objetivo de dar a conocer proyectos que se gestan para la conservación de los recursos naturales y la vida misma. 

Usted vive en una comunidad que promueve la autosuficiencia agrícola y que inició acogiendo refugiados. ¿Podría explicar cómo surge y cuándo decide ser parte de ella?

En sus orígenes, Longo Mai, fue una pequeña comunidad, ahora es un pueblo con diferentes comunidades dentro (hay más de 800 personas viviendo en el lugar). Se creó como una finca con fines sociales para recibir a personas desplazadas de la guerra, también migrantes de Centroamérica y costarricenses desplazados de la pobreza. Y justamente por ser una población agrícola tradicional, hay mucha siembra autosuficiente. 

Yo llegué por una conexión con el fundador de este proyecto, que es un amigo muy querido, Roland Spendlingwimmer, nos conocimos en diferentes eventos culturales, eran los años difíciles de las guerras en Centroamérica, y compartimos algún trabajo solidario con comunidades, campesinos en la región. Siempre tuve la invitación para venir acá, pero hasta hace unos 10 años, buscando retirarme de la ciudad, me vine una temporada y me quedé.

En 2004 Longo Mai, ganó el premio TO DO para el Turismo Socialmente Responsable, ¿a qué atribuye este éxito?

Es un premio que se da en Europa a un turismo singular y rural. Sin duda, el turismo en Longo Mai tiene un sello muy particular. Las personas vienen a hospedarse en las casas con las familias, somos pioneros en ese campo. Y a la vez vienen a disfrutar de un lugar que es hermoso, con dos ríos impresionantes que lo recorren y con este refugio de vida silvestre, enormes piedras con petroglifos, rutas para caminar. Eso se debe al esfuerzo de la gente, tuvieron que aprender de todo y poco a poco ha ido creciendo este proyecto. Es gracias a un comité de turismo que tiene detrás a una mujer muy importante, a doña Edith Quijano, que es una gran matriarca de esta comunidad, brillante, sobreviviente a muchas guerras, que sabido hacer muy bien el trabajo, junto a otras personas que ya son adultos mayores, casi todos los que empezaron, y lo siguen haciendo ad honorem, al servicio de la comunidad. Funciona recibiendo una pequeña cuota por cada casa que hospeda gente.

Este poblado, que ha permitido que sus habitantes surjan y se sostengan económicamente, fue fundado con apoyo de Naciones Unidas en 1979 e incluso usted emprende con Casa Madremonte, ¿podría comentarnos en qué consiste el proyecto?

Casa Madremonte es una especie de centro cultural independiente, es mi casa, pero también la de muchos proyectos que se han desarrollado acá, con niñas y niños, haciendo teatro y música, aprendiendo también sobre agricultura orgánica. Además, fundamos un grupo de mujeres que se llama “Las Amazonas” dedicado al cultivo de plantas medicinales. Asimismo, tenemos nuestro propio jardín de plantas medicinales y comestibles, y a partir de eso, surgió un proyecto hace cuatro años que se llama “Cosmética Madremonte”. Es un proyecto personal con mi hijo, desarrollamos esa pequeña empresa, toda la materia prima sale de aquí, es muy orgánica, como digo yo “no tiene ni saliva”, y con un espíritu muy de la selva, de la región del sur. Actualmente por la pandemia hemos detenido la producción, porque requiere mucha inversión.

Adentrándonos en el arte, usted tiene gran trayectoria cultural, incluso le mereció el Premio Reca Mora 2020 de ACAM, y es notorio que sus letras están cargadas de mensajes sociales y ambientales, prueba de ello son las canciones Orígenes, Cinco Siglos Igual, Vengo de una Tierra (2021 y con colaboración de UNFPA), La Cumbia de la Niña (2022), ¿de dónde surge ese amor por la tierra y los derechos humanos?

Yo nací y crecí en el campo, en Guanacaste, vengo de una familia agricultora. Eso me da una consciencia de lo que la tierra da generosamente, y luego una consciencia de la locura de la especie humana que no comprende que la vida es un regalo y que lo que la naturaleza nos da también lo es, y que hacer lo que hacemos con ella, nos lleva a consecuencias predecibles que son terribles. Eso me llevó a ocuparme, a ponerle atención a las cosas, siempre canto cosas relacionadas conmigo y con mi consciencia. Así que suelo cantar desde canciones de amor hasta las que tiene que ver con análisis social. Siempre muy preocupada con una calidad literaria que para mí es muy importante. He sido una persona que siempre ha seguido su propio camino, no me importan ni los reconocimientos ni nada. El trabajo del arte relacionado con la tierra es un proceso en el que yo entré hace veinte años y está relacionado también con la salud.

 Incluso realiza convivios con artistas jóvenes como La Orquesta de las Selvas Tropicales y Colectiva Viajo Sola (de mujeres), ¿Cuál es el fin de este proyecto y los festivales en su finca?

La Orquesta de las Selvas Tropicales es un proyecto muy bonito que está en proceso, en marcha, integrado a otro proyecto hermoso que "Oceána" que está relacionado con el mar. He trabajado mucho con la idea de crear eventos para que la gente venga, por eso nació el Festival Madremonte, talleres y otros encuentros.

¿Cuál diría que es la importancia de involucrarse con el medio ambiente?

La tierra es nuestra casa, es el lugar que nos sostiene. Si no somos capaces de cuidarla, estamos en problemas. Creo que eso es lo que tenemos en este momento, una falta de consciencia, a raíz de un paradigma que la desprecia. En la medida que comprendamos a la madre tierra, al planeta y a la madre agua, como regalos y que es la generosidad la que hizo posible la vida en el planeta, en esa medida eventualmente podríamos hacer un cambio paradigmático. Es necesario que hagamos transformaciones con esa madre nuestra que la tratamos muy mal, como se trata también a las mujeres. De ahí la importancia para mí que las mujeres tomen una posición realmente valiente y decidida en la transformación de paradigmas que han existido siempre.