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En el corazón de la comunidad de Pital, un espacio se erige como testigo del amor y respeto que una comunidad puede brindar a quien dedicó su vida al servicio de los demás: el mausoleo del padre Eduardo Bolaños.

Este sacerdote, oriundo de Grecia en Alajuela, dejó una huella profunda en cada rincón de esta localidad, donde sirvió durante 21 años con un fervor y una humildad que lo convirtieron en un verdadero padre para los habitantes del lugar (repase la información en el video adjunto de Más que noticias).

"Fue una persona humilde, sencilla, prudente, era un sacerdote de los de antes, que nunca se quitó su sotana", comenta Noemy Bolaños, una de las muchas personas que lo recuerda con cariño. 

El padre Bolaños no solo fue un guía espiritual, sino también un amigo cercano, siempre dispuesto a escuchar, a brindar apoyo y a compartir un consejo en los momentos más difíciles.

Las anécdotas de quienes lo conocieron se entrelazan con la figura de un hombre entregado a su vocación. 

"La diferencia de él era en todo", dice Nidia Ramírez, otra de sus feligresas más cercanas. "Recuerdo los días en los que uno se confesaba con él, dedicaba tiempo, escuchaba a la persona, agachaba la cabeza, meditaba y nos guiaba", agrega.

Durante más de dos décadas, Bolaños se convirtió en el pilar de la iglesia local, no solo en su rol de sacerdote, sino como un ser humano que entendió la importancia de la cercanía y el respeto por los demás. 

Su cariño por Pital fue tan profundo que, en vida, pidió que sus restos descansaran en algún rincón de este templo que tanto amó. Y así fue: cuando el padre Abraham Abarca asumió la dirección de la parroquia, la idea de erigir un mausoleo en honor a Bolaños cobró vida.

En los próximos meses, la comunidad se prepara para una iniciativa muy especial: la elaboración de un libro de actas que recoja testimonios de favores obtenidos a través de la intercesión del padre Bolaños. Este libro será el primer paso en el proceso que podría llevar a la posible canonización del sacerdote. 

"Queremos que su legado perdure, que su vida y sus obras sigan inspirando a las futuras generaciones", comentan los organizadores de este proyecto.

Eduardo Bolaños, con su alma serena y su dedicación incansable, dejó un testimonio de fe que trasciende las paredes del templo. En Pital, su nombre sigue vivo, no solo en el mausoleo que guarda su memoria, sino en los corazones de quienes lo conocieron y lo veneran como el verdadero ejemplo de lo que significa ser un hombre de Dios.

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