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Rigoberto Urán no era bueno para ningún deporte. De hecho, el último que intentó era el ciclismo, por insistencia de su padre y, tras de eso, con una bicicleta vieja y remendada, propiedad de un vecino.

Cuando su padre muere asesinado, al poco tiempo, el joven se ve de frente con la responsabilidad de su hogar y su familia. Para entonces, había comenzado a ganar algunas preseas: la bicicleta se convirtió en el medio para apoyar a los suyos y forjarse un futuro. ¡Y qué futuro!

Hoy, Urán ostenta una medalla de plata olímpica y dos subcampeonatos (en el Giro de Italia y el Tour de France, por si fuera poco).

Con el mundo a sus pies, este deportista de élite cuenta con sus antiguas vivencias para vacunarse en contra de las tentaciones del éxito. Sobre eso y mucho más conversamos en el video adjunto.