Sarita Álvarez se enteró de que sería mamá por primera vez hace 32 años, aunque fue un momento de profunda ilusión, también enfrentó un gran reto, pues el padre, su hija las abandonó al compartirle la noticia. Desde entonces, Álvarez cumplió largas jornadas de trabajo, para sacar a su hija adelante, quien siempre fue "su motor".  

Diez años después formó un nuevo hogar y se sumó otro "motor"a su vida, su hijo: Andrés. Los estudios de ambos siempre fueron su prioridad, pero ella conservaba en su corazón el deseo de completar su propio bachillerato y decidió poner el plan en marcha. Su hijo recuerda el esfuerzo que implicaba para ella estudiar en aquel momento:

"Yo estaba en noveno del colegio y yo le decía: ‘’ma, me despierta temprano para estudiar con usted. Entonces ella estudiaba su materia y yo la mía a las 4 de la mañana", comenta Andrés Arias.

Su hija Joselyn Álvarez resalta el espíritu de lucha de su madre, quien se levantaba a las 3 am para completar las labores de la casa, hacer tareas del colegio, asistir a su trabajo y apoyarlos en sus estudios. 

‘’Cuando yo me gradué de bachiller tenía 50 años, fue una felicidad para mí y para ellos", recuerda Álvarez.

Posterior al bachillerato, decidió ingresar a la universidad, pues además de ser ejemplo para sus hijos, deseaba ayudar a otras mujeres a través de su profesión. A los 57 años se graduó de Administración de Empresas con énfasis en Banca y Finanzas y con título en mano inició un proyecto social en su comunidad:

‘’Hicimos una escuela de cómputo para que esa población de mujeres solteras y jefas de hogar aprendieran computación, y se graduaron al menos 150. Y eso me hace feliz, que la gente salga adelante, eso me apasiona’’, explica Álvarez.

Además, creó un grupo de apoyo emocional para madres cuyos hijos estaban internados en Oncología del Hospital de Niños. Sarita ha sumado logros y títulos que la llenan de satisfacción, pero tiene uno favorito:

‘’El título más importante es ser mamá, porque ellos son mi motor, han sido la bendición más grande que Dios me ha dado. Todo lo que he hecho ha sido para ser ejemplo para ellos también y lo haría un montón de veces más’’, concluye Álvarez.