Hace dos años, la colombiana y facilitadora de duelo, Laura Castro de Verità, sufrió el duelo más grande su vida: su hija Laura Sofía, de 18 años, murió ahogada en Costa Rica mientras realizaba un voluntariado.
En una entrevista con Teletica.com, Castro de Verità explicó que su hija acababa de salir del colegio y decidió hacer un voluntariado en Costa Rica, ya que le parecía un país lleno de naturaleza y del que aprendería muchísimo. Por eso, investigaron sobre los voluntariados en el país y eligieron uno en el Caribe, específicamente trabajando con tortugas.
La joven voló desde Bogotá, Colombia, en busca de una experiencia llena de vida, sin saber que en su estadía perdería la suya.
Antes de salir, recuerda que la muchacha estaba muy emocionada y hasta hizo una playlist de Spotify, a la que llamó Eternal Costa Rica.
"Ya llevaba diez 10 de campamento, para todo ella me llamaba, me contaba cómo estaba, dónde estaba, me mandaba fotos y videos. Fue un 7 de junio, a mí me llaman como a mediodía y me explican que sufrió un accidente acuático. Aparentemente, ella y dos amiguitos, también extranjeros, se fueron a un lado del río que es más profundo, los atrapó una corriente. Luego me cuentan los muchachos que no podían salir, días antes del viaje a Laura Sofía le diagnosticaron un padecimiento en el que no podía ejercitarse mucho. Al ver que ella no podía más, el muchacho que estaba con ella en el río le dice que él la alza, para que ambos salgan. Yo pienso, conociendo a mi hija, que ella pensó que si hacían eso los dos se iban a ahogar y decidió sacrificarse, de cierta manera.
"Cuando a mí me dan esa noticia, yo no podía creerlo, el mundo que yo construí, mi mundo, se me vino abajo, teníamos muchos proyectos de vida, muchas metas. Esas 24 horas de dolor fueron una pesadilla. Estaba completamente rendida, abandonada, no podía entender por qué mi hija y lo peor es que estaba a kilómetros de mí, yo en Colombia y ella allá en Costa Rica. Dios me permitió ver ese proceso de dejar ir, ella tenía que descansar, por eso para ella era Eternal Costa Rica. Laura Sofía había cumplido su misión en la tierra, conmigo y con todas las personas que la amamos. Mi cuñada y mi mamá son muy Marianas, de rezar el Rosario. y me dijeron que hablara con la Virgen María, yo recé y le entregué a mi hija y le pedí a Dios que me guiara y me dijeron cómo seguir viviendo. Yo sentía que me arrancaban el corazón, los pedazos del cuerpo como si se incendiaran", mencionó.
Gracias a su fe y conocimientos en Psicología, logró salir de ese “hueco” en el que estaba. A los dos días, el cuerpo de la muchacha llegó a Colombia y “parecía dormida, no tenía muestras de dolor, ella se fue en paz”.
Luego, esta madre se empezó a cuestionar por qué Costa Rica, qué tenía este país que hizo que Laura Sofía lo escogiera como su lugar de muerte y lo último que sus ojos vieron.
"Decidí que quería ver lo último que vieron los ojos de mi hija antes de morir. Mi familia creía que estaba loca, cómo iba a hacer algo así, pero yo quería ver el mar, ver el río que me la robó y gritar, declamarle a esa tierra la ausencia de mi hija. Iniciamos el viaje, mi hermana y su esposo, mi hija pequeña y yo. Recreamos la misma ruta que hizo Laura Sofía para llegar, nos llevaron las mismas personas, misma organización, yo quería revivir todo. Yo nací cerca del mar, acá en Colombia, amo el mar, pero tenía tanto qué decirle, tanto que reclamarle, pensaba que tenía ese derecho.
"Pude conversar con los voluntarios que conocieron a Laura Sofía, con las señoras de una sodita que la querían mucho, todos fueron muy especiales. Llegué a aquel lugar tan hermoso, el cielo estaba esplendoroso, el mar en calma. Y seguí caminando y el cielo me regaló un paisaje, una puesta del sol tan hermosa. Las personas a mi alrededor no lo notaban, tal vez estaban acostumbradas a esa belleza, pero para mi fue un regalo del cielo y de mi hija. Puedo decir que ahí empecé a encontrar paz", recordó.
Con aquella hermosa imagen, ella se devolvió caminando al campamento donde estaba su hija pequeña y, entre los rayos del sol, la calidez del lugar y la brisa que avisaba que la noche estaba por llegar, dice que se sintió plena.
"Antes de que mi hija muriera, yo me dedicaba a ayudar, apoyar a mamás con hijas adolescentes. Ya trabajaba esa parte de charlista y motivadora. Cuando esto me pasó, quise utilizarlo para inspirar a personas que han pasado por situaciones así. No es algo fácil ni bonito. A veces, pensamos que las cosas buenas son cuando se cumple lo que nosotros queremos y no lo que tiene que pasar. Hay que dejar, ir, soltar y entender que almas eternas y divinas que somos y ese pedacito de Dios que está en el corazón de cada uno.
"Cuando regresé a Colombia supe que ese era mi destino, días antes de que Laura Sofía muriera ella me dijo lo feliz que era y que se sentía en paz. Eso me alivia. La vida con situaciones de una manera u otra nos va a llevar a la orilla, hay que encontrar esa fuerza dentro de nosotros para seguir, ahora sigo dándole esa interpretación a todos los retos de mi vida y agradezco todos los milagros que me rodean", finalizó.