Cuando María José Quesada tenía 32 años, le detectaron unas masas en sus senos. Eran benignas. Pero un día empezaron a doler, al punto que incluso dormir era un calvario. Necesitaba una solución.
"El oncólogo me dice: 'No podemos operar de inmediato, no podemos mutilar su cuerpo solo porque parece que hay algo. No es una verruga. Es su cuerpo, tenemos que tener una justificación totalmente válida", cuenta Quesada, quien también es doctora.
Amalia León vio a su mamá y a su hermana atravesar el cáncer de mama. Un día a ella también se lo detectaron en el seno izquierdo y su corazón se encogió al recordar el amargo camino que ese resultado implicaba.
"Tengo familia que ya venía con el mismo diagnóstico, entonces mi doctora me recomendó hacerme una prueba genética", explica León.
Amalia tenía su seno derecho libre de cáncer y, pese a que las lesiones en los pechos de María José dolían e incomodaban, no había cáncer. Aunque en ambos casos la enfermedad no estaba, en el ADN se escondía un gen asociado al cáncer de mama. Silencioso, pero amenazante. Solo por estar ahí, el riesgo de llegar a tener el cáncer se dispara a más del 80%.
Con este panorama confirmado, ambas mujeres tomaron una decisión que aseguran las marcó para siempre: extirpar por completo sus senos hasta entonces sanos.
"Una de las primeras cosas que uno piensa es 'mi cuerpo ya no será igual'. Estamos hablando de que te quitan las mamas, es algo que usted tiene desde que se levanta hasta que se acuesta, igual que una mano o una pierna.
"Fue una decisión muy difícil de tomar, pero haber visto a tantos familiares que perdieron la batalla por no haber hecho algo a tiempo sin saberlo me impulsó", reflexiona Quesada.
María José asegura que además de ella, otros 20 familiares se hicieron estudios para saber si portaban el gen BRCA 1 o 2, 14 de los 20 ya habían tenido el cáncer en algún momento, por lo que era un riesgo inminente. Tras este diagnóstico, una prima también optó por la mastectomía profiláctica.
"Basado en los estudios, sabías que el cáncer venía. Eso no te da paz, no hay tranquilidad. Yo vi sufrir a mi familia con la enfermedad. La paz mental y la salud que tengo ahorita de verdad no tienen precio", explica Quesada.
Por su parte, Amalia León asegura que, aunque mentalmente puede ser difícil tomar la decisión de quitarse un pecho, no es comparable al impacto que tiene recibir el diagnóstico de que el cáncer ya está manifestándose en el cuerpo.
Parte del tratamiento contra el cáncer también es eliminar un pecho, ¿qué tan diferente es la mastectomía profiláctica respecto a ese otro proceso?
"Basado en los estudios, sabías que el cáncer venía. Eso no te da paz, no
La paz que hoy embarga a Amalia contrasta con el shock que sintió cuando se vio obligada a tomar una decisión de ese calibre. Reconoce que, en el momento, tuvo un impacto muy fuerte en su vida pero que ahora, tras superar la etapa de frustración y dolor, no se arrepiente de haberlo hecho.
Ambas mujeres ya pasaron por un proceso de reconstrucción. La cirugía no es inmediata, porque sacar el tejido mamario lastima la piel y, antes de reconstruir la zona intervenida, se debe esperar a que cicatrice, por lo que el tiempo para la cirugía estética varía entre pacientes.
"Una reconstrucción ayuda no solo la parte física, también la parte mental. El poder ponerte algo tan simple como un vestido de baño, una blusa, usar un top para ir al gimnasio, no sentirse uno como el mutilado, sino ser uno más casi normal, por decirlo así, desde una perspectiva física" dice Amalia.
"Me quedaron cicatrices y heridas, digamos que son notorias, pero puedo tener mi vida normal, con paz y sin dolores", explica María José sobre su proceso reconstructivo.
Las dos deben continuar haciéndose chequeos cada cierto tiempo, porque aunque la probabilidad de desarrollar el cáncer cayó drásticamente, aún hay cerca del 1%.
Amalia motiva y guía a sus familiares para que se hagan el tamizaje genético que ella se hizo y que confirmó su riesgo de enfermar y la motivó a realizarse la cirugía.
Las dos deben continuar chequeos cada cierto tiempo, porque aunque la probabilidad d
"Si tienen la oportunidad de hacerse la consejería genética, háganlo. No esperen encontrar un familiar con cáncer. La prevención debe ir de la mano siempre, no solo en la parte física, también en la parte mental. Siempre se puede seguir adelante, pero definitivamente, insisto, ese dicho famoso de mejor prevenir que lamentar es algo que hay que tomar siempre en cuenta", finalizó Maria José.
"Si tenés dudas de hacerte la profiláctica, yo te diría que no las tengas. Es casi como hacerse una cirugía estética. Creo que vale la pena pasar ese momento a cambio de no sufrir la frustración o el dolor que es tener cáncer y pasar todos esos procesos que son realmente difíciles", reflexionó Amalia.
En Costa Rica, tanto la Caja Costarricense de Seguro Social como la medicina privada realizan la mastectomía profiláctica. En el sector privado su costo ronda los 15 mil dólares.
Según el doctor Allan Ramos, especialista en Oncología Médica, el criterio para hacer una mastectomía profiláctica es muy estricto, "cirugías de mastectomía profilácticas realmente son pocas, quizás unas cinco al año o menos, al menos en el Hospital San Juan de Dios".