Última Hora

En Abangares, Guanacaste, la tierra fértil y el clima cálido han convertido a la región en un epicentro para la producción de sandía y melón. Aquí, la familia Jiménez lidera esta tradición, que se ha transmitido por cuatro generaciones, desde los tiempos de su abuelo (repase la información completa en el video adjunto). 

Rolando Jiménez, jefe de la finca, comparte los secretos para garantizar una sandía de calidad: observar las rayas definidas en la cáscara y asegurarse de que, al golpearla suavemente, suene “clarita” y no “apretadita”. En tan solo 63 días, una planta de sandía puede producir hasta tres frutos, listos para la cosecha.

El proceso no está libre de retos. Los cultivos enfrentan amenazas como los piojos, que absorben los nutrientes de las plantas, y hongos que pueden dañar la cosecha. Sin embargo, la dedicación y el conocimiento adquirido durante generaciones han permitido a la familia Jiménez superar estas dificultades.

Cuando llega el momento de la cosecha, los camiones de intermediarios se estacionan directamente en la finca, cargando las sandías para llevarlas a mercados mayoristas como Cenada y supermercados en todo el país.

José Ernesto Herrera fue peón en el sandillal durante un día y nos cuenta que trabajar en la cosecha es un oficio demandante, pero gratificante, ya que permite a miles de personas disfrutar de sandías frescas y deliciosas en sus mesas.

La historia de la familia Jiménez y su legado es un ejemplo de cómo la tradición agrícola sigue siendo una base fundamental para el desarrollo económico y cultural de Abangares. Cuando pruebe una sandía de esta región, estará degustando el fruto de generaciones de esfuerzo y dedicación.

Youtube Teletica