En el pueblo de Herradura, Garabito, Erika Madrigal Alfaro se ha convertido en un símbolo de perseverancia y esperanza. Su historia es un testimonio del amor de una madre y su determinación para transformar la adversidad en oportunidad, todo por el bienestar de su hija, Eva Luna.

Eva Luna nació con una condición crítica que puso a prueba a toda la familia. En medio de este desafío, Erika encontró en su hija la razón para enfrentar los obstáculos y empezar de nuevo (repase la información completa en el video adjunto). 

“Ella es mi fuerza y mi inspiración para seguir adelante”, comenta Madrigal.

Con recursos limitados, un curso de repostería se convirtió en el punto de partida para emprender. Durante un año y medio, Erika recorrió el Pacífico Central en bicicleta, llevando sus productos a diferentes localidades. Este esfuerzo diario se convirtió en un acto de fe y determinación.

Una bicicleta y kilómetros recorridos se transformaron en la base de su negocio. Una simple foto de su bicicleta se convirtió en un símbolo de su sueño, que pronto se hizo realidad gracias al apoyo de una ONG liderada por Isabel Serrano, quien la ayudó a adquirir habilidades para crear y emprender.

Uno de sus clientes, Manuel Fallas, descubrió que Erika necesitaba un horno para ampliar su producción. Conmovido por su esfuerzo, decidió ayudarla a conseguir el equipo necesario, cambiando para siempre el rumbo de su negocio.

Hoy, Erika Madrigal ha transformado sus recorridos en bicicleta en un sueño tangible: su propia cafetería en Herradura. Este espacio no solo representa el fruto de su trabajo arduo, sino también un legado de esperanza para su hija y un testimonio de que los sueños se alcanzan con esfuerzo, fe y el respaldo de una comunidad solidaria.

Si desea deleitarse con los productos de Erika y apoyar su inspirador emprendimiento, puede visitarla en su cafetería o contactarla al teléfono 8643-9669. Además, puede seguir su trayectoria en redes sociales a través de @DulcesLuna, donde comparte su historia y sus exquisitas creaciones.

La historia de Erika Madrigal es un recordatorio poderoso de que, incluso en los momentos más difíciles, el amor y la determinación pueden allanar el camino hacia un futuro lleno de posibilidades.