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La línea de atención psicológica del Ministerio de Educación Pública (MEP), “Aquí estoy”, recibió un total de 873 llamadas, al 20 de diciembre de 2024.

Según las autoridades a cargo del servicio de atención, los cuatro principales motivos de consulta son las dificultades emocionales, seguido de solicitud de información, manifestaciones de violencia y riesgo suicida o autolesión.

En Costa Rica, datos del Ministerio de Salud, indican que los grupos de edad que encabezan la incidencia de casos notificados de intentos de suicidio, en el 2024, son los conformados por personas entre los 15 y 19 años, seguidos por menores entre los 10 y 14 años.

Este medio conversó con Alessandra Hall, psicóloga de la línea, sobre la estrategia del MEP y el Colegio Profesional de Psicología, para hacer frente a la situación. 

¿Cómo nació la línea de atención “Aquí estoy”?

Aquí estoy” es una línea de atención psicológica que se ofrece a personas del Ministerio de Educación Pública, específicamente estudiantes y familiares. Nació en tiempos de pandemia, en coordinación con el Colegio Profesional de Psicología, pensando en todas estas personas que estaban en casa con problemas emocionales y que necesitaban hablar con alguien.

¿Qué necesidades detectaron a través de la línea para mantener el servicio?

En pandemia, pues vimos esta soledad de muchos chicos que estaban en sus casas y, que en muchas oportunidades, después del tiempo en que estuvimos todos encerrados, se quedaban solos, porque no había clases, pero, papá y mamá sí tenían que irse a trabajar.

Después de esta experiencia y darnos cuenta de que había tantas llamadas, que había tantas necesidades de hablar, de expresar sus emociones, sus temores y a veces hasta sus ideas, en algunas ocasiones relacionadas con pensamientos suicidas.

Entonces nos dimos a la tarea de darle seguimiento y fortalecerla.

Usted menciona que este tipo de ideas suicidas se presentaron en un número considerable de atenciones, ¿qué otras circunstancias detectaron que están atravesando los menores?

Se han atendido muchísimas situaciones relacionadas con violencia, desde situaciones de bullying que los chicos pueden estar viviendo en sus centros educativos, como también violencia en sus hogares.

Ellos necesitan hablarlo con alguien, expresarlo con alguien, y en muchas oportunidades es más fácil hablarlo en un teléfono, que hablarlo con una persona en su centro educativo porque tal vez no le tienen confianza o les da pena, pero entonces se les hace más fácil hacer una llamada. 

También se han atendido situaciones emocionales de los chicos que tienen crisis de ansiedad, que no saben cómo manejar los temores relacionados con pruebas, con sus exámenes, con situaciones académicas.

Adicionalmente, muchas veces las familias, especialmente las mamás, que están preocupadas por sus hijos, por saber cómo le puedo ayudar.

¿Cuál es la razón de que los rangos de edad de riesgo de suicidio en 2023 y 2024 entre 10 y 19 años, sean los más altos? ¿Por qué esos niños están pensando, a tan corta edad, que ya la vida se tiene que terminar?

Es un factor social. En este momento, hay una crisis a nivel social en general, en donde hay muchísima violencia, en donde hay mucha influencia de todo lo que es el internet. Entonces estos chicos sienten que, tal vez, su vida no es la que ellos quisieran. 

Además de que esta situación de violencia social se da también en los hogares. Hay mucha ausencia de los padres y las madres. Nosotros vemos mucho, por ejemplo, chicos que nos llaman diciendo cosas como: “sí, mi mamá está aquí, pero mi mamá está todo el día en el teléfono y no me escucha”. 

Entonces estos niños no tienen con quién hablar y lo que sucede es que de pronto se dejan influenciar por informaciones externas, pero esta soledad que estos chicos están viviendo en su mayoría, es lo que detona en crisis de ansiedad o depresiones.

¿Por qué hay más casos en algunas zonas del país, como Puntarenas, y qué relación tiene con la zona rural o urbana?

Tienen factores importantes. Siempre digo que es diferente estar deprimido en el centro de San José, donde puedo acudir a cualquier hospital o servicio de salud, que estar deprimido en una zona rural, donde tengo que trasladarme dos horas para poder recibir un servicio. 

También la parte económica juega un papel relevante. Una mamá para poder llevar a su hijo a una cita implica gastar el poco dinero que tiene, cuando lo que necesitaba tal vez era comprar comida. 

Además, hay mucha ausencia y carencia de servicios de salud en el sentido de que no se da abasto. Las personas tienen que trasladarse muy lejos o esperar mucho tiempo para ser atendidas.

¿Cuál ha sido un caso que te haya marcado o impactado personalmente?

Bueno, he atendido la línea de riesgo suicida y también la línea que recibe las llamadas, lo que nosotros llamamos primera línea. 

En la línea de riesgo suicida, puedo recordar un caso de un estudiante que llamó y dijo "no importa lo que usted me diga, yo hoy me voy a suicidar". Aunque uno como profesional, con experiencia, puede estar tranquilo, eso le asusta muchísimo. 

Nos demoramos alrededor de una hora y media hablando, no desde “no lo hagas”, sino más bien de conversar, preguntar qué le pasa. Cuando terminamos de hablar, el estudiante me pidió que le llamara de nuevo al día siguiente. 

Eso me hizo pensar que había cambiado de opinión durante la conversación.

¿Cómo se sienten ustedes, que son los que atienden estos casos, ya que no solo son profesionales sino también seres humanos con familias?

Somos un equipo pequeño de siete personas de la Dirección de Vida Estudiantil, y alrededor de 60 personas de centros educativos colaboran. Es un servicio muy importante, es salvar vidas. Hay personas que llaman a la línea porque necesitan hablar urgentemente, tal vez porque no tienen con quién confiar. 

A veces es doloroso no poder hacer más en muchos casos, pero siempre tratamos de hacer coordinaciones, seguimientos, para que las personas cuelguen cuando ya estén tranquilas y sientan que alguien les escuchó y les acompañó en su dolor.

¿Qué consejos podemos dar a las personas si se encuentran con una situación de riesgo, por ejemplo, si una persona cercana está en crisis?

Lo fundamental es estar ahí para escuchar a la persona. En general, las personas tendemos a hablar y a aconsejar, pero lo que la persona realmente necesita es ser escuchada. 

No se trata de contar historias personales, sino de escuchar con respeto y atención. Lo importante es que la persona sienta que se le está escuchando con empatía, que no se la juzga, que tiene un espacio para expresarse y sentirse acompañada en su dolor.

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